sábado, 12 de diciembre de 2009

Porque yo lo digo.


O lo que es lo mismo: "eso es así"
Una afirmación imponente, con la verdad suprema por la gracia de lo más divino, y porque soy yo quién lo dice, sea Mohamed VI sea el guardia de seguridad del súper.
Sí, en mi barrio hay un segurita en el súper; como vivimos en calles de crisol cultural donde confluyen vestimentas que no son de escaparates Inditex, llenas de colores y telas frescas que permiten respirar a las pieles oscuras acostumbradas a la humedad caliente, dónde se acumulan en las esquinas grupos de personas desesperadas por haber dejado todo para venir a encontrar nada... a perder.

El súper del barrio no es gran cosa, tres pasillos mal estructurados donde las verduras que no están congeladas están a punto de descomponerse, los yogures con tres días para caducarse y la carne con un ligero color mosca; eso sí, tiene guardia de seguridad.

El señor de uniforme mayestático pasa la jornada en la puerta, junto a la señora de los cupones y el viejo que fuma y vende algún pescado cuya naturaleza no es muy fiable. Charla con la cabeza estirada sobre banalidades torpes, sin que nadie lo escuche con verdadera atención. Cuando se cansa de exhibirse en la calle entra y se sitúa junto a la caja registradora, pegándose como una lapa a cualquiera que se le antoje, para salvaguardar el negocio.
A veces lo he oído decirle a las cajeras, todas chicas jóvenes que no paran de pasar productos y dar los buenos días o las buenas tardes, cómo tienen que hacer su trabajo, y es que él tiene el uniforme de la autoridad...

Cuando lo veo pasearse con su cabeza estirada y las manos recogidas detrás de la cintura, acechando a cualquiera que se pare a mirar lo que contiene algún producto, se me encogen las tripas. Pienso en la cantidad de personas que tienen un trabajo tan poco necesario y tan influyente a la vez. Y recuerdo a algunas administrativas de la oficina de des-empleo, o del registro del ayuntamiento..y cómo condicionan las esperanzas de quién tienen enfrente. Y me acuerdo de los que toman las decisiones inamovibles porque dicen que los vota una mayoría, y me acuerdo de que no existe la democracia, y de la armada invencible que son las injusticias...entonces quiero morder, quiero patalear y cambiar el orígen de todos ellos y ellas.

Estas ganas de darle la vuelta al mundo se me multiplican infinitamente cuando mi rutina de borrega sin contrato me deja recordar a Aminetu Haidar, a la Cumbre de Coopenague, al vergonzoso premio nobel-delapaz... cuando echo un vistazo a los debates en sillones de cuero entre maderas nobles.. y quiero gritar más fuerte... y quiero que se despierten con la necesidad de huir en un cayuco hacia la inmensidad de un océano frio y se encuentren con este infierno loco de un mundo al revés, y se encuentren con un guardia de seguridad pegado a su espalda porque están mirando qué leche se pueden permitir comprar...

2 comentarios:

A do outro lado da xanela dijo...

Estamos en un universo incompleto: viene sin botón de reset.

Un día la mierda nos comerá a todos, y se acabó la historia.

Beso enorme!

una cochambrosa dijo...

Y qué ,ezcla de pena y resignación, al fina coraje!

"Grasia por tus comentarios Marikilla!", y un abrazo más que grande.